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Amor
eterno
Juan José Vargas Camejo
"El verdadero amor, no muere con la vida ni con la muerte..."
No amo el largor de tu cabello
ni la mirada sutil que desprenden tus ojos.
No amo el acento de tu voz que acaricia mi oído
ni el leve sonido que, inconsciente, produces al respirar.
No amo la sonrisa sincera que vive en tu boca
ni el suave calor que me brindas en las noches frías.
No amo la imagen de tu cuerpo que llevo en la memoria
ni el aroma de tu cuello que inquieta mis sentidos.
Mi amor, como creo que aún no lo sabes
no logra mirarte porque no es mirada
no logra oírte porque no es oído
no logra tocarte porque no es tacto
ni puede olfatearte porque no es olfato.
Mi amor tan solo sabe y quiere, amarte.
Mi amor, por si no te has dado cuenta,
no ama aquello que puede acabar el tiempo.
Porque si algún día, por alguna razón;
Tu cabello se aloja entre maderos,
tus ojos no desprenden la luz de una mirada,
el acento de tu voz no acaricia mi oído,
y, se calla el sonido que, inconsciente, produces al respirar, ese día, es probable,
que hayas muerto,
y allá en el cielo, en el infierno,
o en la nada, tu estarás conmigo.
Y si es que algún día, por alguna razón;
No veo la sonrisa sincera que vive en tu boca,
no siento el suave calor que me brindas en las noches frías,
no observo la imagen de tu cuerpo que llevo en la memoria,
ni puedo captar el aroma artificial de tu cuello,
ese día, seguramente, habré muerto,
y desde el cielo, el infierno, o la nada.
Yo estaré contigo.

Qué
bonito sería
Elías Saad Ayub
Qué bonito sería, unidos los humanos,
diseñáramos de este mundo una buena habitación,
y lo embelleciéramos como buenos artesanos,
e hiciéramos que imperen la justicia y la razón,
todos, todos lo gozáramos como buenos hermanos,
en paz, con amor, de corazón a corazón.
Qué bonito sería que en esta convivencia humana,
actuáramos siempre con demostraciones sinceras,
que no hubiese conflicto que no se allana,
sea en casa o más allá de nuestras fronteras,
todo este mundo fuese una comunidad hermana,
que intercambia el uso de las buenas maneras,
respeto y justicia sea el escudo que engalana
la dignidad del hombre y los colores de todas las banderas.
Qué bonito sería que todos los vecinos
nos demos los buenos días de buen humor,
y qué bonito sería que todos los caminos
que tracemos nos llevaran a un mundo mejor,
emplear esta vida como buenos peregrinos servir,
dar de si, mitigar un dolor.
Y qué bonito sería que nuestra mente consejera
nos dictara sus aciertos de buenas relaciones,
qué bonito sería que una paloma mensajera
llevara los buenos oficios entre todas las naciones,
en este mundillo, donde nuestra estancia es pasajera,
seamos hermanos, emplear de lleno los corazones.
Y qué bonito sería que todas las razas
disfrutaran de este suelo de igual a igual,
que no hubiese temores, nada de amenazas,
sino relaciones humanas que tuviesen un solo ideal,
los derechos del hombre son patrimonio de las masas,
la fuerza impuesta no cuenta como recurso legal.
Y qué bonito sería que nuestro mundo
aplicara la sentencia del buen juez, como mejor disciplina,
los pueblos sin el poder de las armas que los ampara, durmieran tranquilos,
sin el temor de una agresión vecina, grandes y chicos gozáramos una convivencia
cara a cara,
la dignidad y el respeto imperen como única doctrina.
Y qué bonito sería que, éste, nuestro único viaje,
deje sus buenas siembras mientras dure la vida,
y en tanto disfrutamos de este mundo su paisaje,
dejamos buenas huellas de nuestra venida,
una vez ya cumplido dignamente nuestro mensaje,
tengamos merecida y honrosa despedida.
Y qué bonito sería si los que tienen el dinero,
tuvieses la virtud de la bondad,
y en su afán de mucho acaparar detienen
un tanto a sus afanes, su velocidad,
y qué bonito sería que en su corazón mantienen
siempre encendida una flama de humanidad;
las buenas acciones dejan memorias, nunca mueren,
sino duran y perduran por toda la eternidad.
A
mi hijo
Rudyard Kipling
Hijo mío :
Si quieres amarme bien puedes hacerlo
tu cariño es oro que nunca desdeño.
Más quiero que sepas que nada me debes
soy ahora el padre, tengo los deberes.
Nunca en la alegría de verte contento
he trazado signos de tanto por ciento.
Más ahora mi niño, quisiera avisarte
mi agente viajero llegará a cobrarte
te presentará un cheque de cien mil afanes
será ¡Un hijo tuyo, gota de tu sangre!
y entonces mi niño, como un hombre honrado
en tu propio hijo deberás pagarme.